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lunes, 30 de enero de 2012

El poder de los gestos


Esto es a lo que ha dedicado Ekman gran parte de su trayectoria profesional, lástima que no hubiese conocido a cierta gente que conoce el lenguaje de los gestos con una innata naturaleza y que le habría evitado tantas y tantas horas de estudio y os paso a resumir lo que le llevó a este científico tanto tiempo y a según que personas es como contar con los dedos, es decir facilísimo.

Cuando se habla de expresiones faciales, a veces preocupa un poco cómo vamos a lograr identificar las 10.000 expresiones distintas que el científico Paul Ekman clasificó en su Sistema de Codificación Facial (FACS) hace algunos años.   Inclusive si somos capaces de determinar las siete emociones básicas (Alegría, rabia, tristeza, miedo, sorpresa, asco y desprecio), la cosa se vuelve cuesta arriba cuando las microexpresiones son tan pequeñas que involucran áreas muy pequeñas del rostro, por fracciones de segundo que son increíblemente reducidas.

¿Cómo hacen algunas personas para detectar esos movimientos tan pequeños, en una conversación cara a cara y sin perder el hilo el componente verbal?

En realidad hay un truco, que me permito explicar con una analogía: Cuando estamos aprendiendo a usar un teléfono móvil cuya configuración es nueva para nosotros, quizá al principio nos sintamos un poco “perdidos”.  Mientras aprendemos dónde está la tecla menú, el volumen, cómo silenciarlo completamente y cómo responder mensajes rápidamente, nuestro cerebro está buscando un patrón de uso consciente.

Igual sucede con esas expresiones faciales, pero hay una pequeña diferencia: nosotros nacemos con la habilidad subconsciente de detectarlas (cosa que no ocurre con el uso de los teléfonos inteligentes, por desgracia para el hombre moderno).  De la misma forma como aprendemos a hacer consciente el uso de un aparato electrónico al punto de volverse totalmente natural, es posible “configurar” el cerebro para leer el rostro de los demás.

Por costumbre, cuando hablamos con una persona, nuestra mirada se dirige de manera automática sobre un triángulo formado por los ojos y la boca, quienes nos suministran toda la información que creemos que necesitamos.  Pero para obtener información de los músculos circundantes, es obligatorio acostumbrarnos a ver en forma de “X”.  Imaginen, sobre el rostro de su interlocutor, una gran X romana tatuada directamente en la piel.  ¡Éste es el recorrido que tienen que hacer sobre su rostro en todo momento…!  La razón es muy sencilla: de esa manera estaremos conscientes del movimiento de los músculos que rodean  ojos y boca, y podremos detectar más fácilmente esos pequeñísimos movimientos, así sean unilaterales.

En los siete próximos capítulos iré paso a paso explicando ¿Cuáles son los gestos y actitudes que caracterizan a las verdaderas personas de poder?.